LOS HIJOS «OCUPAS»

LOS HIJOS «OCUPAS»

LOS HIJOS «OCUPAS» 787 2283 AnaCastroLiz

Los jóvenes gallegos tardan más en irse de casa de sus padres, que el resto de los europeos y además conviven con su pareja

Según datos estadísticos en España el 64% de las personas de 25 a 29 viven con sus padres. Llega un momento en el ciclo vital en que los hijos deberían hacer su propio camino. Existen casos en que “los retoños” de 20-30 o hasta incluso 40 años no quieren abandonar el “nido del hogar” y para colmo se traen a sus parejas a vivir con ellos a la casa familiar, o ¿son los propios progenitores quienes rehúsan a dejarlos ir?.

Para mi modo de ver existen muchas variables a tener en cuenta: desde la situación económica y laboral actual, las propias creencias familiares y la dependencia emocional que exista de los hijos hacia sus padres, y/o viceversa, son fuertes influyentes a la hora de decidir dejar el nido. Algo que sucede mucho en nuestra comunidad gallega, son esas ideas tradicionales de dejarles un buen legado a los hijos, para que puedan construirse su propia casa en la finca familiar, o que acaben viviendo en la misma casa con ellos o construyan un segundo piso donde ya viven, etc que visto así, resulta de mucha ayuda, aunque también es el caldo de cultivo de muchos otros problemas que suelen surgir de convivencia con los suegros más adelante.

A veces, unos padres lejos de ayudar, toman estas medidas para no sentirse solos y no estar solos con su pareja (aguantan un mal matrimonio) y así tienen un motivo para ser felices; ver a sus hijos cada día. Asombroso, es cuando muchos adolescentes (entre 16-24 años) que ni estudian ni trabajan, viven en casa de los padres con sus parejas sin aportar ni ayuda ni economía, acomodándose por completo a una situación inactiva, y que los padres consienten y justifican.

La depresión y la ansiedad pueden dificultar que alguien se convierta en adulto, las tasas de ambos trastornos han aumentado últimamente, entre los 18 y 29 años. Una persona que padezca alguno de estos trastornos le cuesta mucho más conseguir trabajo o tomar iniciativas, por eso es importante descartar que tenga algún problema de salud mental, para luego resolver la situación de convivencia.

Muchos adultos jóvenes siguen sin querer dejar el nido es el fenómeno de los llamados mammoni o bamboccioni

La raíz del problema

Existen diferentes realidades en este amplio tema de porque un hijo se convierte en un “ocupa” de la casa familiar con su pareja, y quiero nombrar de las más sencillas y lógicas a las más casi más patológicas:

  • Los hijos que tienen que regresar a casa de sus padres porque se han separado y tienen una nueva pareja, y no pueden hacer frente a mantener a sus propios hijos y la hipoteca que se han comprado con su ex.
  • Los que regresan a casa para cuidar de unos padres enfermos y viven de su pensión.
  • Los hijos adolescentes que ni estudian ni trabajan y se llevan a su pareja y casi “ocupan” la casa haciendo lo que les viene en gana.
  • Los hijos que tienen entre 30-50 años que no trabajan y están viviendo de los padres.
  • Los hijos adultos que trabajan, que viven con su pareja en casa de los padres y que ambos trabajan, pero no aportan nada en casa ni económicamente, ni ayuda logística, y nadie los mueve de allí.

Las deudas hacia los padres no deberían existir, y menos las emocionales. Todo lo que ellos han hecho por uno es parte de su función, siendo el objetivo de ellos que los hijos crezcan, salgan de casa, realicen sus sueños o formen una familia.

Cuando se construye una pareja, lo ideal es hacerlo en un nuevo hogar: nuevo espacio, con sus propias reglas y condiciones definidas por los dos, es decir, crear un espacio exclusivo de una nueva pareja. Sin embargo, por diferentes razones, especialmente económicas, algunas parejas tienen que regresar a la protección de la familia de origen y en estos casos se requiere de mucho respeto y colaboración para que todo funcione.

De no ser así, suelen quedar tocadas las áreas personales de los padres que acogen a esos hijos y a los propios hijos con sus parejas, áreas como: la intimidad sexual, la parte económica, rutinas, alimentación, emprendimiento y determinación y la relación con otros familiares o amigos, etc.

Cuando se debe Romper el Cordón Umbilical

Hay hijos que intentan hacerse grandes sin aun serlo, se van de casa cuando no tienen solvencia y buscan aventura, regresando poco después con el “rabo entre las piernas”. Cortar el cordón debería producirse cuando un hijo puede económica y madurativamente no depender de nadie y para eso puedes estar preparado desde los 18 como desde los 25 años.

Terminar los estudios o aprobar una oposición, tener un trabajo digno, haber sido previsor e ir ahorrando, aprender a llevar una casa, saber desenvolverte en la vida, si te han inculcado tus padres tareas desde muy sencillas a más complejas desde que eras niño y a medida que te hiciste mayor, fueron incrementando la responsabilidad, si tú cumples con estos requisitos ¡ya estás preparado para volar lejos del hogar!. Cuando los hijos salen de su casa no solo tienen la tarea de comenzar a construir su proyecto de vida, sino también de crear una sana distancia emocional con sus padres.

Los Bebotes

El siglo XXI se caracteriza por la tendencia del ser humano a vivir de la manera más cómoda y menos exigente posible, la idea generalizada parece centrarse en tratar de evadir responsabilidades y disminuir los compromisos, disfrutando el “aquí y ahora” creyendose monjes budistas, pero llevando una vida en el sistema de los más consumista.

La decisión de seguir en casa de los padres les ayuda a muchos solteros a ahorrar para comprarse un auto, viajar a cualquier destino del mundo con sus parejas o darse la gran vida, todo menos compartir los gastos de la casa. En Italia, a este fenómeno se le nombró “mammoni” debido a la tradición de la mamá consagrada a servir a su hijo, como a un rey, hasta edades avanzadas. Están también los “bamboccioni” término que podría traducirse como “bebotes” o jóvenes a los que se les hace muy difícil, casi imposible, conseguir un empleo fijo, pagar una renta o volverse responsables de sí mismos. Muchos quedan eternamente atrapados en el seno del hogar.

¿Qué puedes hacer con los “ocupas de tus hijos”?

Si tienes un hijo adolescente que vive en casa con su pareja y con vosotros lo mejor que puedes hacer para una convivencia más sana y llevadera es establecer reglas muy precisas y claras. Como por ejemplo: dividir los quehaceres del hogar, definir horarios, y tener un comportamiento basado en el respeto, mientras tu hijo siga dependiendo material, afectiva y emocionalmente de tí, va a negarse con más facilidad a la posibilidad de abandonar el nido, siendo bastante frecuente que sea una persona débil de voluntad, con incapacidad para actuar, o para continuar tareas iniciadas, o realizar un proyecto de vida y tomar decisiones personales. Permitirle vivir en casa con su pareja, agrava todos estas actitudes, además de que terminará aburriéndose de su pareja o ella de él porque funcionarán como matrimonios de muchos años sin tan si quiera haber crecido juntos en experiencias solos.

Si tienes un hijo adulto viviendo con su pareja en vuestra casa, pregúntate si el miedo que tienes por lo que le pase a él, también es miedo por lo que te pasara a ti si estás solo, una vez aclarado esto, recuerda que no eres el dueño de tu hijo, y que debes ofrecerle herramientas para que camine solo. Establece nuevas tareas del hogar, que aporte económicamente sus gastos y contribuya a los gastos comunes. Deja de sobreprotegerlo, que se encargue de la mayor parte del trabajo para resolver sus asuntos. Ofrece ayuda, pero deja que él se responsabilice. Descubre qué es lo que lo entusiasma y apoya eso.

 

 Articulo 20 enero 2024 para El Progreso deLugo

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