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SEXO EN EL IMPERIO

SEXO EN EL IMPERIO 751 2048 AnaCastroLiz

El Arde Lucus representa como vivían los romanos que con su lujuria y placer lo dominaban todo

Los romanos vivían el amor y el sexo como si fuera un gran regalo de los dioses, que debían disfrutarlo al máximo. Sin ir más lejos los frescos y grafitis que aparecieron en Pompeya ya demostraban la importancia que le daban, buscaban siempre el placer y la felicidad.

El viajar aporta mucho mundo, eso lo vivió Baco, el Dios Romano del Vino, que hizo patria por toda Asia y a su regreso a Roma quiso compartir todo lo aprendido con los demás. Fue un trotamundos y maestro de la diversión, precursor de la liberación sexual y de los excesos. Los romanos de aquel tiempo, se convirtieron en los reyes de las borracheras colectivas, entregados a un vino que nada tiene que ver con los que tenemos aquí en nuestra tierra lucense.

El falo

Los romanos adoraban a los objetos con forma de “falo” ya que era algo cotidiano porque era un instrumento que garantizaba la fertilidad según el dios romano Fascinus. Las matronas romanas eran las encargadas de llevarle flores, cuya misión consistía en alejar el mal de ojo (fascinum) que tanto les preocupaba a los antiguos romanos, favorecía la germinación de las plantas y facilitaba el alumbramiento de las hembras estériles.

El poder, el estado social y la buena fortuna se expresaban frecuentemente en términos fálicos. Los hombres romanos tenían que ser parte activa en todo lo referente a la sexualidad. No se entendía la pasividad sexual en un hombre, pues suponía la pérdida del control, y esta era la máxima virtud valorada en Roma.

Los hombres romanos podían tener relaciones con prostitutos y con mujeres, y esto era aceptado socialmente.

Homo y bisexualidad

Las leyes “Lex Scantinia”, “Lex Iulia” y “Lex Iulia de vi publica” regulaban la homosexualidad entre hombres libres. Un hombre, que disfrutaba siendo penetrado, era llamado pathicus o catamita. Se le consideraba pasivo y en consecuencia era presentado como hombre débil y femenino.

Estas leyes sobre la homosexualidad no se aplicaban cuando eran los esclavos o los bárbaros quienes la practicaban, pues no eran considerados como seres humanos. El hombre romano era bisexual y la educación que se daba a los hijos, iba encaminada a ser bisexuales. El hombre era el dominante y superior en la familia, sociedad, política y en la guerra. Mandaba en casa y lo decidía todo. Además sodomizaban a los enemigos venidos y los esclavos que vivían en sus casas.

En una clara herencia de la cultura griega, no se consideraba homosexual a un hombre que mantenía sexo con otro hombre, siempre y cuando éste hiciera el papel activo, es decir, cuando penetraba a esclavos, prostitutos o prisioneros, pues esto era visto como un signo de autoridad.

Matrimonios pactados

La educación bisexual de los romanos estaba orientada a demostrar su poder. La sociedad romana era profundamente machista y muy jerarquizada. Un hombre no se podía casar sin tener experiencia sexual. La virginidad femenina en las clases pudientes representaba un gran valor social en la mujer.

Los romanos no se casaban por amor, sino para reproducir y engrandecer el imperio, exclusivamente movidos por intereses sociales y económicos, había poca intimidad. Tenían mas relaciones con los esclavos y esclavas siendo considerado lo más normal y que el esposo buscara satisfacción sexual con otras personas fuera del matrimonio.

Las mujeres romanas

Los genitales femeninos y la menstruación eran vistos de manera negativa. El sexo oral hacia la mujer era muy controvertido. Las mujeres de clase baja, las extranjeras y las esclavas, tenían mucha más libertad sexual que las de clase alta.

El placer femenino era totalmente ignorado. La moral sexual romana se basaba en el binomio de someter y ser sometido. Someter era un honor, mientras que ser sometido era absolutamente vergonzoso y más si éste era un varón adulto libre. Sin embargo, si era un esclavo o una mujer se consideraba de lo más natural.

Las féminas una vez casadas no debían esperar ningún placer del acto sexual, solo tenían que procrear. Además, debían aceptar las infidelidades de sus maridos, siempre y cuando las amantes no fueran casadas, pues, como hombres, era una muestra de su virilidad.

El cunnilingus (sexo oral) se consideraba una práctica sucia, ya que la persona que lo practicaba se encontraba en la postura de un perro. Era común que los “statio cunnulingiorum”, osea los prostitutos masculinos, esperaran en las esquinas de algunos baños a mujeres que solicitaran sus servicios.

Anticonceptivos

En el siglo II, el médico Sorano de Éfeso aconsejaba introducir una bola de lana empapada de vino u otras sustancias gomosas en la vagina, para taponar la entrada del cuello del útero. Menos científica era la costumbre de saltar siete pasos hacia atrás o hacer girar la rueda de un molino cuatro veces por la noche, como apuntaban otras costumbres de la época, que posiblemente no frenaron el nacimiento de muchos guerreros romanos que más tarde fueron posiblemente o Pretorianos o de las Cohrs.

Prácticas sexuales extremas de los romanos

1. Acostarte con la madre

  1. Hacer recorridos por prostíbulos como si de turismo se tratara.
  2. Acostarse con familiares: hermanos, primos, etc.
  3. Convertir a un hombre en mujer para poder contraer matrimonio
  4. Ejercer la prostitución a media jornada
  5. Intercambios de parejas, o tríos
  6. Montar burdeles imperiales.
  7. Montar orgías con adolescentes
  8. Casarse con tu sobrina
  9. Dar rienda suelta a numerosas fantasías o fetichismos de todo tipo.

Habrá quienes representen a pies juntillas como vivían en aquella época, estos días de fiesta en el Arde Lucus, donde estar disfrazado de romano o celta durante unos días, como lo hacían en el antiguo imperio puede írsete de las manos, ¡así que, ten “sentidiño” que luego llega el lunes y tienes que vestirte como en el resto del año!.

Articulo escrito 15 junio 2019, para El Progreso de Lugo

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